
Eboy baja desde diferentes países y con un océano de por medio, pero sus cuatro cabecillas sincronizados como un reloj se ponen cada día delante de la pantalla del ordenador para plasmar en código binario su particular visión del mundo. Ayudados por el mejor invento del amigo Gram. Bell y el correo electrónico. Steffen Sauerteug y Svend Smital desde su estudio en Berlín, así como Kai Vermehr que necesita su propio espacio aunque se encuentre en la misma ciudad y Meter Stemmler que vive en Nueva Cork, coordinan sus perfiles artísticos para representar un universo digital que nos resulta especialmente familiar. Quien no ha sucumbido a estas alturas a los píxeles. Quien no se ha topado alguna vez con esa plaga que ataca a las imágenes del siglo XXI y cuya influencia arruina las expectativas laborales de un buen puñado de aspirantes a diseñador gráfico. Si señores, la dictadura del píxel ha llegado y todos sucumbiremos a sus fatídicos encantos. No hay antídoto.

Siempre nos han dicho que los juegos de un padre y sus intentos agobiantes por conseguir que la formación del hijo esté construida sobre cimientos sólidos son importantes. Así que para los que no tuvieron la suerte de no sufrir la presión del cabeza de familia, y para aquellos que llegaron al mundo justo cuando el macho ibérico estaba aturdido con las nuevas propuestas de La Transición, la industria del juguete decidió un día inventar un sustituto que estuviera a la altura. Nació entonces el mejor padre adoptivo de la historia: EL LEGO. Este juego que debería ser considerado “Patrimonio de la Humanidad”, a pesar de haber influido en todos los campos artísticos, no siempre estuvo presente en las vidas de los artistas en su mas tierna infancia. Muchos, como es el caso de los miembros de eboy, se hicieron con un Lego cuando ya se afeitaban los pelos del bigote. Al pensar en esta pequeña compañía uno se imagina que sus ciudades y sus pequeños personajes pixelazos se construyeron con los restos de imágenes de LEGO albergadas en sus retinas. Pero no hay nada mas lejos de la realidad, porque aunque parezca mentira los chicos de eboy aseguran que “al haber nacido tres de ellos en Alemania del Este, el LEGO no estaba a su alcance, no se podía adquirir allí cuando eran niños.”
Deberíamos rezar una plegaria por sus almas descarriadas. ¿O quizás alabar su buen gusto?
El LEGO nos lo enseñó prácticamente todo. Con sus piezas aprendimos a construir desde casas a naves espaciales. También absorbimos la idea de que el mundo esta construido a partir de pequeñas piezas y superponiéndolas uno tras otra fuimos capaces de construir una gasolinera, un rascacielos con elevador de cristal y una central nuclear. Los de eboy no tuvieron oportunidad cuando eran enanos de jugar al LEGO ni de atragantarse con sus piezas, pero aprendieron de su estética y en cada uno de sus diseños le rinden su particular homenaje.
Kilia Melia Soriano
1 comentario:
Muy guapo el rollo pixel, això hi havien une animacions bsatnt cvurrades que eren del rollo joc, pero, eren només animacions, i molt currades sisi, aqui t'en deixo alguna:
http://es.youtube.com/watch?v=JFbceSyo-Xg
http://es.youtube.com/watch?v=qo8VPFhSbs4
són d'un tal Paul Robertson
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