
O diseño de programas de control de masas, escojan aquello que mejor alimente su narcisismo.
A mediados de los 50 los programas de televisión se basaban en numerosas demostraciones de capacidad e intelecto, conducidas por numerosos presentadores que vieron la muerte de su micrófono en el estudio de radio y dieron la bienvenida a esas cámaras de televisión que tanto tenían que retransmitir.
Aquellos años eran sencillos, los estereotipos de familia americana triunfaban sobre las numerosas especulaciones tanto económicas como bélicas y todavía teníamos tiempo para sentar a toda la familia a reír y a participar. Los primeros concursos eras obras de arte:
2 concursantes, separados por cabinas de cristal con un micro en las narices dispuestos a contestar cuantas más preguntas pudieran.
Las resoluciones o premios se daban en circunstancias fortuitas para el que lo ganaba, es cierto que menudo las preguntas estaban pactadas y a menudo los realizadores de algunos programas eran previamente sobornados para decidir de antemano un ganador, pero tanto público como concursantes no estaban expuestos ni corrían peligro a serlo a una sociedad que les reclamaba algo más que unas leves palabras.
A medida que fueron pasando los años, las audiencias cada vez reclamaban algo más morboso, más excéntrico, algo en que poder volcar emociones y desengaños, fuera mediante unas colaboradoras que saciaban el apetito sexual-ficticio de algunos sectores o bien para rememorar la idea de nuestra propia frustración ante la vida.
Veamos como en n juego de la oca o en un humor amarillo son otros los que se van a joder y a sufrir millones de consecuencias, como se les rapa el pelo, como se dan el trastazo de su vida o como sufren el impacto de cientos de pasteles de nata. ( apunte sobre los pasteles de nata: Son recurrentes aun hoy en día en muchos sitios, aunque los llevemos arrastrando desde las películas de Buster Keaton)...
Pese a todas estas vejaciones al concursante jamas se le había dado la posibilidad de llegar a niveles más viscerales aunque ya se podía prever como acabarían.
A finales de los años 90 pusimos de moda eso de taparnos los ojo y tocar algunos de los más extrañas criaturas de la fauna mundial que por mucho que desearan salir del interior de una Urna de cristal cubierta por un velo negro, debían esperar la llegada de una mano que tocar y asquear.
Imagínese a los duendes de papa noel contratados bajo una ley corporativa que les obliga a cantar y bailar, aunque sea lo ultimo que hagan.
Dichas pruebas seguían el mismo tono que siguieron durante años los programas que triunfaban poniendo en evidencia al concursante de la manera más imbécil, los animales creyeron que serían la última opción.
Hoy triunfan fórmulas televisivas como los grandes hermanos y las grandes casas vigiladas 24h para saciar el apetito morboso de algunas personas, otras simplemente lo consideran un experimento sociológico.
Llegamos a un punto en que debemos ridiculizar a las personas que son observada por millones, muy rápidamente tras esos "experimentos sociales" empezamos a ver los comandos utilizados para poner en evidencia las carencias y los defectos de personas de dispares artes.
Imagínese en un casting donde personajes de demostrada falta de raciocinio se dejan humillar por un supuesto jurado que exaltara numerosas propiedades que harán de cada uno de nosotros un posible fenómeno mediatico.
Llegados hasta este punto solo queda una opción. Hagamos daño al concursante! tratemos de que se vaya en ambulancia o algo así, démosle 30€ a cambio de untarse un dedo con mierda de caballo fresca... o paguémosles para que se tiren cuesta abajo dentro de un cubo e basura... o como hacen los japos, expongamos a la gente a una posible picadura de serpiente.
Nuestra catarsis ha llegado demasiado lejos, pese a conservar algunas viejas fórmulas que preservan el más sobrio y cultural estilo de los primeros quiz show y aun triunfan en pequeños y modestos canales.
Kilia Melia Soriano
No hay comentarios:
Publicar un comentario